MISCELÁNEA DE PENSAMIENTOS HERMÉTICOS. Francisco Ariza

viernes, 13 de diciembre de 2019

AL HILO DEL MITO DE PROCUSTO

Con estas palabras me sumo a los amigos que han dejado su reflexión en la anterior nota acerca del mito de Procusto. Está claro que los mitos lo dicen todo. No hay comportamiento humano que no esté descrito en los mitos, que tienen el apelativo de "ejemplares" porque constituyen patrones de pensamiento que arrojan luz sobre aquello que deberíamos aceptar para la realización de nuestra verdadera esencia, y asimismo sobre lo que deberíamos rechazar porque precisamente es lo que está negándola. Los mitos son certezas, o sea realidades de nuestro ser, que afloran por la comprensión de la enseñanza que transmiten, y que excluye todo tipo de moralismos y de “buenos” y “malos”. No hay “pecados” sino errores que hay que resolver, o “disolver”. Como símbolos que son, los mitos resuelven polarizaciones estériles por la conciliación de opuestos.

Centrándonos en este aspecto de la realización interior, el síndrome de Procusto es un verdadero problema para quienes están poseídos por él, pues de una "posesión" se trata: nada menos que del espíritu inquisitorial. No es casualidad en este sentido que los métodos de tortura que utilizaban los inquisidores clásicos son los que ya utilizaba Procusto: la sierra de cortar miembros y el estiramiento de los brazos y las piernas, el desgraciadamente famoso "potro", entre otros.

Hoy en día, afortunadamente, ya no se emplean esos métodos brutales, pero no por ello ese "espíritu" ha desaparecido. Como es consubstancial a la naturaleza humana “caída” pervive como una bacteria alimentada por el odio, el rencor y el desprecio más injustificados. La verdad es que hay algo de "mecánico", o de "robótico", en ese pensamiento uniformizador que niega al ser y la libertad. Pero en el fondo subyace un complejo, ya sea el de inferioridad (que no soporta el talento de otros porque saben que adolecen de él), o el de superioridad, que tampoco lo soportan porque son los únicos que creen poseerlo. También pueden darse ambos complejos en la misma persona. La falsa humildad y la soberbia son, respectivamente, sus señas de identidad.

Teseo, un héroe solar, no se anda por las ramas con Procusto: le aplica los mismos métodos que él utilizaba, porque como bien nos recuerda el refranero: "Quien siembra vientos, recoge tempestades". Francisco Ariza


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