La Luz Solsticial alumbra por igual en los dos Hemisferios.
Ella inunda la tierra entera, significando así el dominio completo de este Eón
formidable y categórico cuya palabra es un anagrama hermético. SOL: Solum
Omnium Lumen, “El Sol Todo lo Ilumina”.
El movimiento de la Tierra parece introducir una dualidad
luz-oscuridad que en realidad no existe salvo para nosotros encerrados en los
propios límites de esa dualidad. Pero en los solsticios, cuando ese movimiento
se detiene, se afirma por completo la simultaneidad del milagro omnipresente de
la luz, fuente de la vida, de la natural y la sobrenatural.
Ya se trate de la “puerta solsticial” de Verano o de
la “puerta solsticial” de Invierno, siempre es la luz quien transita por ellas:
la luz que alumbra a los hombres, o la luz que conduce a los dioses, la luz tamizada
por el calor de la sangre y la pasión, o la luz sin matices, desnuda, “ausente
de afanes”, tan luminosa como el oro y tan transparente como el diamante. FranciscoAriza
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