MISCELÁNEA DE PENSAMIENTOS HERMÉTICOS. Francisco Ariza

sábado, 18 de agosto de 2018

EL ARTE COMO UNA "POÉTICA REDENTORA"


Cuando uno lee, por ejemplo, que el “Arte es una ‘actividad redentora’ y una ‘poética’ comprometida con el conocer del hombre” (cap. III de El Simbolismo de la Rueda, de Federico González) enseguida advierte que ha tenido una “revelación”, una “sacudida” en el grado o intensidad que esto sea, pero sin duda algo dentro de nosotros se ha liberado de una imposición cultural programada, y nos ha situado “en el camino” y en el “punto” exacto de salida para comenzar la aventura del verdadero “autoconocimiento”.

Tu compromiso es inmediato con la Tradición, la Hermética en este caso, que es la que te ha “inspirado” su Verbo –su Intelecto- y un eco de él ha resonado en tu memoria, pero esa memoria de la que hasta entonces apenas si conocías su existencia y que también se ha “revelado”, simultáneamente, ante tu asombro. Llegas a la conclusión de que esto no puede ser un “juego estético” más, y que definitivamente nada tiene que ver con un deseo permanentemente insatisfecho, o con la búsqueda de una “felicidad” inexistente en este mundo, que por algo ha sido llamado un “valle de lágrimas”. Esto es otra cosa.

El Arte de que se habla no es exclusivo de nadie: lo tiene todo ser humano, solo que la gran mayoría no lo sabe. Es una “poética” como dice Federico, y por lo tanto algo intangible, y si una imagen sirve para describirlo sería la de un “soplo”, un “espíritu”, que no viene de ninguna parte pero que sostiene todo lo existente. ¿Cómo definir el arte de vivir, la vida como un arte si no es que te tomas como el sujeto y el objeto de tu propio Conocimiento, que es lo único que te redime del valle de sombras tenebrosas?

Entregarse a esa poética es “descubrir” nuestros “talentos” como dice la parábola evangélica, o sea “sacarlos a la luz” para conocerlos al mismo tiempo que los hacemos “fructificar”, y que jamás hay que “esconder” pues sería como enterrarnos en vida.

Esos talentos son las “cualidades” que han nacido con nosotros, nuestro nâma o “nombre” en términos hindúes, lo que constituye la “esencia” de nuestra individualidad. El estado embrionario o de letargo en que se encuentra el alma en un mundo profanado como el nuestro impide que esas “cualidades” inherentes a su esencia puedan crecer y desarrollarse, y poder ingresar así en un mundo realmente “nuevo”, que es el de todos los días paradójicamente pero bañado con otra “luz” más diáfana y diamantina.

Ser conscientes de esa realidad es lo que a veces se llama, con cierta solemnidad, el “despertar iniciático”. Hay muchos “despertares” a lo largo de este camino hasta que “despiertas” de una vez por todas del “gran sueño”. Pero ese primer despertar es fundamental, análogo a las “piedras de fundación” de la simbólica arquitectónica. Francisco Ariza

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martes, 7 de agosto de 2018

¿SE MARCHITÓ LA MAGIA DEL RITO?


Hemos pasado de lo épico a lo cómico. ¿Es porque la magia del rito, y del mito, se marchitó y en su lugar ha aparecido un mundo de supuestos, en donde cada cual es, junto con su orgullo, dueño del terruño conquistado? ¿Para esto tanto esfuerzo? ¿Acaso el “hilo de oro” se ha convertido en un cable de acero que nos aprisiona, en vez de liberarnos?

Ninguna idea se transmite si primero no se hace viva en ti, si no te “vuelve” a vivificar. De lo contrario te paraliza, y lo que era, y es, una “puerta del cielo”, posiblemente pase a convertirse en una “puerta del infierno”, pues el símbolo, como la letra, que no vivifica mata. Si esto ocurre en la geografía, en donde hay lugares que son auténticas “puertas del cielo” y otros “puertas del infierno”, ¿acaso no va a ocurrir en nosotros, que estamos hechos a imagen y semejanza de todo lo Creado?

Cuando el símbolo y la Idea que vehicula ya no actúan ni son operativos es porque tu mente no “recicla” las imágenes que recibe, y al no hacerlo esas imágenes no pueden revelar la potencia “iluminadora” de que son portadoras. La mente se ha anquilosado y en consecuencia confunde la imagen simbólica con lo simbolizado, el reflejo con su fuente original. Ha “olvidado”, por así decir, la capacidad de tejer relaciones y restablecer el sentido de las analogías y las correspondencias entre el mundo visible y el invisible, que es su manera de comprender, o “comprehender”, a ambos. Esta es la "Magia Natural".

Por eso mismo, la verdadera “revolución de la mente” nunca se podrá realizar en un movimiento horizontal –de donde no saldría jamás- sino en un movimiento vertical, de arriba abajo y de abajo a arriba, como hace la rueca de la tejedora celeste, gracias a cuyo movimiento y reiteración –de rito- los “hilos superiores” se entrelazan con los “hilos inferiores”, conformando finalmente el tejido entero, que es el propio Cosmos, el cual se ha ido comprendiendo con la inteligencia, pero vivido siempre como un Misterio. La fe es en realidad lo único que tenemos. Francisco Ariza

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