MISCELÁNEA DE PENSAMIENTOS HERMÉTICOS. Francisco Ariza

lunes, 28 de enero de 2019

A "CONTRACORRIENTE"


Mirando el periódico he leído una frase atribuida al escritor inglés Chesterton en la que este decía que “las cosas muertas son las que van con la corriente y solo las vivas son las que pueden ir en contra de la corriente”. Esta frase me ha hecho reflexionar a propósito de la anterior nota donde señalaba la diferencia entre el “tradicionalismo” y la Tradición, que muchos tienden a confundir, cuando en realidad en muy poco o en nada se parecen. El “tradicionalismo” tiende constantemente a una lectura petrificada de la Tradición, entendida esta como el depósito de un conocimiento que, por su propia naturaleza sapiencial, libera al ser humano de todas las ligaduras que le impiden “reconocer” (atención a esta palabra “circular”) su verdadera identidad. Es la liberación de la ignorancia de que nos hablan precisamente todas las tradiciones verdaderas. “De la ignorancia condúceme al Conocimiento, de las tinieblas condúceme a la Luz”, podemos leer en los textos hindúes.

Si la ignorancia es la “muerte” del alma, el conocimiento le devuelve la vida, o sea la “regenera” y la hace “nacer de nuevo”, que es lo que impide el “confort espiritual” del “tradicionalista”. Este ha entendido, o mal entendido, que la iniciación a lo sagrado es tener una buena “formación teórica” de la doctrina metafísica y de los textos de la Tradición y de sus verdaderos intérpretes o hermeneutas, cuando en verdad esto, que por otro lado es imprescindible, no sirve para nada si no se implica el ser entero en semejante aventura y sacrifica –“hace sacro”- su “yo” individualizado, que es una forma de llamar a la transmutación alquímica. Por eso René Guénon habla de que el “tradicionalista” es un simple “buscador”, o sea que va de una lectura a otra, sin “fijar” (alquímicamente hablando) en su alma el “espíritu” contenido en la letra. En este sentido, todos somos, o hemos sido, en algún momento “tradicionalistas”, y como dice el Evangelio, “quien esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Por eso existe la “rectificación”, palabra igualmente alquímica, y masónica, que tiene que ver con la idea de eje.

El tradicionalista, convencido de su “saber”, puede permanecer en ese estado indefinidamente pensando que por el simple expediente de la comprensión teórica está “realizando” un camino espiritual. Puede haber “comprendido” a ese nivel teórico, pero no ha “entendido” nada. Precisamente esa búsqueda sin rumbo es sinónimo de inestabilidad, que es todo lo contrario a la “estabilidad” interior de quien ha tomado como guía a la Inteligencia, “viendo” a través de sus ojos y “comprendiendo” a través de las “luces” que ella misma enciende en la más profunda oscuridad de la caverna de su corazón. Contra esta certeza nada puede la “corriente” de este mundo, por eso el verdadero “buscador” que vive intensamente sus hallazgos intelectuales-espirituales va “contracorriente”. Como “El Loco” de los arcanos del Tarot que, como se dice en Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha (de Federico González y Colaboradores) no pretende tener razón ni demostrarla sino que su locura es un estado “de amor a la Vida y al Conocimiento”.

¿Y por qué me llamáis: Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Todo el que viene a mí y oye mis palabras y las pone en práctica, os mostraré a quién es semejante: es semejante a un hombre que al edificar una casa, cavó hondo y echó cimiento sobre la roca; y cuando vino una inundación, el torrente dio con fuerza contra aquella casa, pero no pudo moverla porque había sido bien construida. Pero el que ha oído y no ha hecho nada, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin echar cimiento; y el torrente dio con fuerza contra ella y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa”. (Lucas 6: 46-49). Francisco Ariza

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sábado, 26 de enero de 2019

NOTA ACLARATORIA SOBRE EL 'TRADICIONALISMO'


He visto recientemente que en una página dedicada, según dicen, a la Tradición Perenne, mi nombre aparece incluido en una lista de “autores tradicionalistas” elaborada por esa misma página a partir de una encuesta. He de decir, en primer lugar, que quien esto escribe no se considera en absoluto un autor “tradicionalista”, expresión que en su momento tanto René Guénon como Federico González, Ananda Coomaraswamy o Alan Watts, ya se encargaron de separarla cuidadosamente del término “tradicional”, así como de Tradición, que está relacionada con la idea de transmisión de la Ciencia Sagrada o Cosmogonía Perenne, comunes a todas las culturas verdaderamente tradicionales. El “tradicionalismo”, o lo “tradicionalista”, es en el fondo un producto más de la “mentalidad escolar” o “académica”, en definitiva profana, y que por tanto no llega a captar la auténtica esencia de lo que significa el Conocimiento metafísico. De ahí a confundir la metafísica con la religión, o lo iniciático con lo místico, va solo un paso.

Acerca del “tradicionalismo”, señala a este respecto René Guénon en el capítulo “Tradición y Tradicionalismo” de su libro El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos que:

En suma, el ‘tradicionalista’ no es y no puede ser más que un simple ‘buscador’, y es por eso por lo que está siempre en peligro de extraviarse, puesto que no está en posesión de los principios que son los únicos que le darían una dirección infalible; y ese peligro será naturalmente tanto mayor cuanto que encontrará en su camino, como otras tantas emboscadas, todas esas falsas ideas suscitadas por el poder de ilusión que tiene un interés capital en impedirle llegar al verdadero término de su búsqueda. Es evidente, en efecto, que ese poder no puede mantenerse y continuar ejerciendo su acción sino a condición de que toda restauración de la idea tradicional sea hecha imposible, y eso más que nunca en el momento donde se apresta a ir más lejos en el sentido de la subversión, lo que constituye, como lo hemos explicado, la segunda fase de esta acción.

En más de una ocasión he comentado entre mis amigos de Facebook que desde hace muchos años mi único interés está centrado en la investigación de los códigos simbólicos de la Tradición Unánime y de las distintas formas tradicionales emanadas de ella, en mi caso principalmente la gran Tradición Hermética y sus vehículos, entre ellos la metafísica de la historia, disciplinas a las que considero un soporte intelectual-espiritual para ir realizando mi camino hacia el Conocimiento, donde se que reside la verdadera identidad de mi ser y la Libertad incondicionada a la que ella da lugar, sin necesidad de pertenecer a “listas” que, en el fondo, y con todos los respetos, creo que son poco más o menos que “vanidad de vanidades”, como diría Salomón. Francisco Ariza

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sábado, 19 de enero de 2019

NADIE PODRÁ ARREBATARNOS LA ALEGRÍA DE SER


El Ser –que no es distinto de ti- no puede conocer porque no hay un “otro” que conocer que no sea Él mismo. Esta es una verdad que no admite dudas por la sencilla razón de que todas ellas han sido resueltas, como se resuelven los contrarios cuando convergen sus identidades respectivas, y relativas, en el centro de todas las ruedas: en la Suprema Identidad.

Las metafísicas de todas las tradiciones, que son solo una, así lo manifiestan: el Ser no comprende ni conoce porque el Intelecto y el Conocimiento están en Él. No puede conocer ni ser otra cosa que no sea Él.

Es la criatura la que conoce, o pretende conocer, pues está sometida a la dualidad del conocedor y de lo conocido, sobre cuya dialéctica, y conclusión –que es el Conocimiento en sí- se teje todo el discurso de los que aman a la Sabiduría -que es idéntica al Conocimiento, y al Ser- y arden en el fuego que ella misma alimenta en su corazón.

A raíz de esto, y en una conversación reciente con mi amigo Javier, ha salido esta cita de Juan 16, 17-22:

Sin embargo, aunque estéis tristes, vuestra tristeza se convertirá en alegría. Cuando una mujer va a dar a luz, se angustia, porque le ha llegado la hora; pero cuando ya ha nacido la criatura, la madre se olvida del dolor a causa de la alegría de que un niño haya venido al mundo. Así también, vosotros os angustiáis ahora, pero yo volveré a veros y entonces vuestro corazón se llenará de alegría, de una alegría que nadie os podrá quitar.Francisco Ariza

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