Igne Natura Renovatur Integra (I.N.R.I.): “El Fuego Renueva Entera la Naturaleza”.
Esta expresión del hermetismo cristiano, presente también en el grado dieciocho
de la Masonería Escocesa, es un santo y seña para el verdadero alquimista, una
especie muy rara entre tantos “sopladores de carbón” como abundan hoy en día.
Se hace “como que se trabaja” en el proceso de transmutación interna, pero para
empezar se desconoce qué es y qué significa ese Fuego y esa Naturaleza que ha
de ser renovada íntegramente por él.
Puede pasar, y de hecho pasa, que los que han sido
“llamados”, o incluso “escogidos”, se hayan “olvidado” del objeto de esa
renovación, que son ellos mismos, cada uno consigo mismo, y se distraen y
tontean con algo tan sagrado como es la herencia de una Tradición recibida. Que
sepamos que el tiempo se agota, y vendrá el dueño del campo a preguntar qué hemos
hecho con nuestros “talentos”.
¡Despertemos de tanto desatino, de tanta presunción,
engreimiento y vanagloria, de tanta afectada humildad!
¿De verdad creemos que hemos sido purificados por la
Palabra, de que aquel que ha sido llamado el Hijo del Hombre es el Hijo del
Hombre, o sea, de que es nuestro hermano? Si así es, adelante, “compartamos el
pan” con él, y que el agua del primer bautizo se convierta en el vino de la
embriaguez y la resurrección del alma en el Espíritu. Entreguemos lo mejor de
nosotros mismos, que es nuestra ignorancia y nuestra sed de conocer, de ser.
Con alegría, pues la viña del Señor da abundante
fruto.
“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador.
Todo sarmiento que en mí no lleve fruto, lo cortará; y todo el que dé fruto, lo
podará, para que dé más fruto. Vosotros estáis ya limpios por la Palabra que os
he hablado, permaneced en mí, como yo en vosotros. Como el sarmiento no puede
dar fruto de sí mismo si no permaneciere en la vid, tampoco vosotros si no
permaneciereis en mí. Yo soy la vid. Vosotros los sarmientos. El que permanece
en mí y yo en él, ése da mucho fruto, porque separados de mí no podéis hacer
nada. El que no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento, y se
seca, y los amontonan y los arrojan al fuego para que ardan. Si permanecéis en
mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que quisierais y se os
dará. En esto será glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto, y así seréis
discípulos míos”. (Juan 15, 1-8). Francisco Ariza
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