“Columna de Armonía” es una bella expresión utilizada
en la Masonería para referirse al momento en el que la música irrumpe en los
trabajos del templo masónico, que no es sólo un modelo del cosmos sino también
un modelo del propio templo interior. Hemos de tener en cuenta, además, que la
música es una de las Siete Artes Liberales, las que conforman el núcleo de los
estudios que el iniciado masón debe desarrollar para asimilar las enseñanzas de
su Orden con respecto a la Cosmogonía y sus misterios. Concretamente las Artes
y Ciencias Liberales tienen una importancia capital en el grado de Compañero,
que es el grado “constructivo” por excelencia.
De hecho, la estructura musical conforma una
arquitectura de sonidos, pero su base es geométrica y numérica como la
arquitectura visible y tridimensional. La música se propaga por el espacio y
por el tiempo siguiendo la escala septenaria, es decir articulada por
intervalos rítmicos y armónicos análogos a la Harmonia Mundi, o “Música
de la Esferas”. El hombre es capaz de reproducir esos ritmos, y de reconocer
sus armonías internas, porque su alma es de naturaleza musical. Desde el punto
de vista iniciático, el valor terapéutico de la música corre paralelo al
conocimiento de esas armonías internas.
De naturaleza musical está hecha el alma humana y su
inteligencia, ya que son ellas las que captan las sutiles relaciones entre las
cosas; la maravillosa articulación que a todas las mantiene unidas, con sus
matices, en un todo indivisible que se va revelando a medida que la unidad y la
armonía se imponen a nuestro caos particular.
(Federico González y colaboradores: Introducción a la Ciencia Sagrada.
Programa Agartha, Módulo I, acápite “Música”).
Este es el sentido que la Masonería asigna a la
“Columna de Armonía” durante los trabajos de Logia: constituirse en una parte
más del rito iniciático, participando así en la transmisión de la influencia
espiritual, “percibida” también como un sonido, una palabra, un mito evocador,
que actúa de Fiat Lux iluminador sobre el alma y toda la individualidad
humana. En algunas antiguas logias operativas y en las especulativas del siglo
XVIII, la música era un elemento activo en la psicodramatización vivida durante
el rito de iniciación en los tres grados de aprendiz, compañero y maestro. FranciscoAriza
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