El “oficialismo” bajo sus distintos “ropajes”,
incluido el “universitario” con el extenso cortejo de “eruditos” adoradores de
su ombligo anclados todavía, increíblemente, en el positivismo del siglo XIX,
sigue estando ciego ante esa realidad que es el gran legado cultural, simbólico
y mitológico esparcido por todos los lugares de la tierra, from immemorial
time, expresión cara a la Masonería que expresa el origen intemporal de ese
legado. Por desconocer, desconocen incluso el origen sagrado de su cultura, la
de Europa y Occidente.
Les causa una enorme contrariedad tener que admitir,
por ejemplo, que Platón, el que dio forma a la Filosofía, ya habló de la
Atlántida en ese sentido, y de que en Egipto, según le relató Solón en el Timeo
y otros Diálogos, sus sacerdotes hablaban de las dinastías divinas y
heroicas procedentes del continente sumergido. En esos orígenes sagrados están
las pautas de lo que ha sido nuestra Historia, no la anecdótica sino la que
“puede ser contada”, pues es la única importante y la que queda en la memoria
del género humano. Bajo el cielo americano los sabios indígenas consignaron en
sus textos sapienciales y sus códices las mismas ideas que Platón.
En realidad con esas referencias a la Atlántida y sus
herederos en el tiempo, tanto los sabios precolombinos como Platón, nos hablan
de la Historia arquetípica, pues se trata nada menos que de la presencia del
Ser, del Arquetipo primordial, en el tiempo del hombre, ya que es el hombre por
su condición de intermediario el que puede testificar ese hecho asombroso y
transmitirlo. Ha sido la clara conciencia de esa realidad la que le ha dado la
energía espiritual necesaria para generar la civilización y la cultura, que por
eso tienen orígenes sagrados y metafísicos.
En verdad, hablar de la Atlántida es hablar de la
“Antigüedad”, que nada tiene que ver con lo viejo y lo caduco. Más bien es un
“espacio” atemporal de nuestra alma, donde habitan con los Ancestros;
finalmente, te das cuenta que son ellos, junto con la vida que te ha sido
entregada, los que te guían por los senderos visibles e invisibles del mundo y
de ti mismo. Francisco Ariza
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