Los masones que entre los siglos XVII y XVIII hicieron
posible la “transición” de la antigua Masonería de constructores a la Masonería
filosófica (la actual), conocían perfectamente el carácter iniciático de su
Orden, y que ella no sólo heredaba el simbolismo constructivo y
hermético-alquímico, que por otro lado constituye su armazón doctrinal, sino
también una serie de conocimientos que están directamente relacionados con las
leyes cíclicas, o al menos con la aplicación de esas leyes al momento actual
del ciclo humano, y dentro del cual la Masonería tiene un “destino” que
cumplir.
Precisamente en algunos de los rituales masónicos que
surgieron de aquella transición, y que alimentarían intelectual y
espiritualmente a todos los “manuales de instrucciones” de las logias, se
introdujeron algunas ideas que hacen referencia a ese “destino” cíclico. Vamos
a poner dos ejemplos ilustrativos.
En el ritual contenido en “La Masonería Disecada”, Masonry
Dissected, a la pregunta:
“¿Dónde está vuestra Logia?”, se contesta:
“Sobre una tierra sagrada, o sobre la más alta colina,
o el más profundo valle, o en el valle de Josafat, o incluso en cualquier otro
lugar secreto”.
Esta respuesta encierra un significado relacionado a
la vez con una simbólica espacial (la cima de la montaña y las profundidades
del valle están situadas en un mismo eje, análogo al “eje del mundo”), y por
otro lado con una simbólica temporal, pues la “más alta colina” indica sin duda
alguna la montaña donde estaba el Paraíso terrestre (el prototipo de las
“tierras sagradas” de cualquier tradición), o sea el origen de la humanidad
actual; mientras que “el más profundo valle” indica su final, es decir su
“cumplimiento cíclico”. Por eso mismo se añade seguidamente, “o en el valle de
Josafat”, en donde según la Biblia (Joel 3, 10-12), tendrá lugar el “Juicio
final”. Esto quiere decir que la Logia masónica, o sea la Masonería, existe
desde el comienzo de la actual humanidad pues ella es en esencia una rama de la
Tradición Primordial, y en consecuencia continuará estando viva hasta el “fin
de los tiempos” (1). Y por último la expresión: “o incluso en cualquier lugar
secreto”, alude sin duda a la “cámara secreta del corazón”.
En otro de esos rituales, en este caso el recogido en
el “Manuscrito Dumfries”, se menciona que la Logia está “en medio de una
ciénaga”, o “de un pantano”, lo cual también estaría en relación con esta
simbólica cíclica. En efecto, la Logia masónica (como si de un arca de Noé se
tratara) aparece efectivamente como ese “lugar muy iluminado y muy regular”
donde reina la Belleza, la Inteligencia y la Sabiduría, pese a estar “en medio”
de un mundo estancado en las aguas inmundas de la degradación y corrupción en
todos los órdenes de la existencia. “La Luz luce en la tinieblas”.
Sin duda que todo esto tiene que ver con que en la
Logia masónica no se escuche “ni el canto de un gallo ni el ladrido de un
perro”, como se dice en el mismo Manuscrito, expresión ciertamente enigmática y
que tiene diversas lecturas, entre ellas la relación que ella guarda con dos de
las virtudes más apreciadas, no ya de todo masón, sino de cualquier adepto en
la vía del Conocimiento: la virtud del silencio y la prudencia frente a un
mundo “exterior” que hoy en día es más profano que nunca. Francisco Ariza
Notas
(1) También Juan Evangelista, patrón de la Masonería,
estará “hasta que yo venga” (Juan, 21, 22), palabras de Cristo que hacen
referencia a su “segunda venida” en el fin de los tiempos.
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