El legado intelectual-espiritual de Federico González
Frías es como un viento que “sopla donde quiere y tu oyes su voz, pero tú no
sabes de dónde viene y a dónde va; tal es todo aquel que nace del espíritu”
(Juan 3: 8). Ese viento trae las semillas de luz de las ideas universales, que
irrumpen en la mediocridad de tu vida iluminando el espacio de la conciencia.
Se siembra al “voleo”, como siempre ha sido, es y será
en una Tradición que, como la Hermética, está a la “intemperie”, y no metida en
un claustro, entre otras cosas porque nada tiene que ocultar. Más bien tiene
que “mostrar” y “descubrir”, que no por ello perderá su condición de
“hermética”. Como la diosa Isis, que no por descorrer el velo que oculta su
rostro deja de ser la diosa de la Sabiduría.
El Misterio es por sí mismo y no necesita de valedores
o padrinos. Sí una Tradición que lo vehicule, y que se haga presente en el
ágora, como hicieron Sócrates, Platón, Dante y todos nuestros padres
fundadores, entre ellos Federico González Frías, a quien hemos podido ver con
nuestros ojos, palpar con nuestras manos, y oír con nuestros oídos su verbo de
vida.
Devolver lo que se ha recibido y no enterrar en tierra
baldía nuestros talentos, otorgados por el Señor de la viña para que los
hagamos fructificar, sabiendo que en su Construcción hay lugar para todos.
Nadie sobra en ella. Francisco Ariza
https://franciscoariza.blogspot.com/
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