En la Nota Preliminar que hice al texto “La
Mujer-Sabiduría en Dante y los Fieles de Amor” de Luigi Valli, puse una cita de
René Guénon en la que se aludía al “adepto” como aquella persona que había
alcanzado un alto grado o estado espiritual, que es la significación que él
siempre le dio en los libros donde trató el tema de la iniciación. Esta cita
venía a propósito de los “abusos” que se hacían y se siguen haciendo de este
término, donde muchos pueden autodenominarse “adeptos”, o “adeptos herméticos”,
por el simple hecho de haber leído un par de libros sobre la iniciación, cuando
ni tan siquiera siguen una Tradición o vía de Conocimiento. En caso contrario,
o sea en caso de seguir esa vía de Conocimiento, sí tendría sentido el empleo
de la palabra adepto, que puede tener varias acepciones o lecturas, como
símbolo que es en realidad.
Evidentemente, la más elevada es la que le da Guénon,
y a ella nos acogimos en ese momento teniendo en cuenta el contexto de lo que
se estábamos diciendo en la Nota Preliminar. Pero con esto no obviábamos esas
otras lecturas, y ni mucho menos las negábamos, lecturas que derivarían
justamente de ese significado más elevado, como es propio de una estructura
que, como toda vía iniciática, está articulada a imagen de la arquitectura
cósmica, en el vértice de la cual mora el Ser Único, o Gran Arquitecto del
Universo, en Sí Mismo inmanifestado.
“Adepto” sería entonces todo aquel que se entrega por
entero a aquello que va comprendiendo y asimilando dentro de la vía de
Conocimiento, y hace que su vida sea coherente con ello por su propia
efectividad, o sea por su capacidad real, y no imaginaría, de transmutarla por
el fuego sutil del Amor a la Sabiduría. Es estar “unido”, “adherido”,
“incorporado” o “ligado” a ese Conocimiento mismo, vehiculado por una Tradición
verdadera.
Sería pues esa “ligazón” lo que los hace “aptos”, es
decir “cualificados”, para recibir en sus corazones la recepción de la
influencia espiritual-intelectual, imprescindible para alcanzar ese estado
interior que es el centro de su ser, donde no “hay acepción de personas”, y
donde todos seremos “consumados en la Unidad”. Francisco Ariza
https://franciscoariza.blogspot.com/
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