MISCELÁNEA DE PENSAMIENTOS HERMÉTICOS. Francisco Ariza

sábado, 1 de junio de 2019

EL 'NO SABER' COMO ESENCIA DE LA SABIDURÍA


Cuando lo desconocido se hace conocido, y lo conocido de pronto resulta ser un misterio aún más insondable, hasta el punto que todas nuestras “seguridades” se derrumban como un castillo de naipes; cuando recorremos el eje vertical de los mundos en ambas direcciones y quedamos “suspendidos” entre los dos “caos”, el inferior y el superior; cuando lo que creíamos luz resulta que son tinieblas, y lo que eran tinieblas son en realidad más luminosas que la luz…, ha de haber, tiene que haber necesariamente, un ámbito en nuestra conciencia tan extremadamente simple que ni siquiera existe (o sea que “no es”) donde todas esas paradojas se encuentren de alguna manera conciliadas, haciéndonos experimentar la ignorancia como una liberación y como la esencia misma de la Sabiduría. ¿Es esto quizá lo más cercano a la “docta ignorancia” de que habla Nicolás de Cusa?

Estas palabras han surgido tras meditar en el acápite “¿Docta Ignorancia o Ignorancia Docta?” perteneciente a “Introducción a la Ciencia Sagrada. Programa Agartha”, de Federico González y Colaboradores. Allí podemos leer:

“Como bien se ha dicho, existe una gran diferencia entre la ‘docta ignorancia’, llamada así por Nicolás de Cusa al querer explicar aquellos estados que tan bien describe la ‘teología negativa’, y otra, por cierto, la simple ignorancia general, que por ser tal se presta a la complicidad con el éxito, o la hipócrita bendición oficial, o lo que exige la moda y el mercado. Ambas están invertidas, en los extremos de la polaridad, y los seres que encarnan estas realidades son opuestos; los primeros experimentan el no saber, los segundos, los ‘doctores’ ignorantes, no saben del saber y por lo tanto creen que los demás tampoco saben, y eso los hace capaces de fingir saber.”

O sea, defendámonos de los “sofistas” de nuestro tiempo, tan inicuos para la evolución espiritual como los que denunciaba Sócrates en el suyo. Son lenguas “sibilinas” que intentan engañarnos y confundirnos con su verbo infecundo, pues aunque en muchos casos “han sido llamados” (en el sentido que esta expresión tiene en los Evangelios) apostaron finalmente por “fingir saber”, con lo cual la entrada en el “arca” la tienen cerrada hasta que no haya una verdadera “rectificación”, que siempre es alquímica pues tiene que ver con la sublimación y transmutación de lo denso en lo sutil, de lo profano en lo sagrado.

Cosa difícil, por otro lado, pues el orgullo “de saber que se sabe” (todo lo contrario de “saber que no se sabe”) es demasiado fuerte. Esto es lo que ocurre cuando no se rompe definitivamente el espejo (speculum) que la vana erudición ha ido incubado en nuestra conciencia creando una separación ficticia entre lo que conocemos y lo que somos, cuando en verdad todo conocimiento es una identidad entre el que conoce y lo conocido. Pero la ridícula soberbia nos impide “oír” esas voces que la Inteligencia profiere en nuestro interior, y que necesitan manifestarse y “salir a la luz” para hacernos ver que quien se mira en realidad en ese “espejo” es una de las miles de máscaras que adopta el Gran Ilusionista para seguir siendo el dueño de nuestra vida, que solo pertenece al Ser.

Precisamente, es en momentos como estos cuando cobran pleno sentido las siguientes palabras que el propio Federico González escribe en su Diccionario de Símbolos y Temas Misteriosos (entrada Necesidad):

“La máxima aspiración es posible cuando no se destruyan o contaminen las vías de acceso a ella, teniendo en cuenta que la Sabiduría nace de la necesidad que es el único camino seguro para llegar a la verdad.
El universo nació efectivamente por la combinación de la Necesidad y la Inteligencia (Platón, Timeo 48).” Francisco Ariza

https://franciscoariza.blogspot.com/

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